miércoles, 12 de junio de 2013

Anécdota "sabrosa"

Hace unos pocos años nos visitó el Primer Ministro de Malasia y organizaron una “actividad cultural” para la cena de gala que le ofrecería el cuerpo diplomático radicado en Cuba. Yo entendía que al ilustre visitante no le importarían, ni entendería, mis canciones, pero alguien me insistió y terminé participando entre un grupo de músicos casi todos de folklor y jazz . Mientras cantaba creí advertir un ligero signo de aprobación por parte del Primer Ministro y eso hizo más llevadero el fuera de lugar, como en el futbol, al que me habían convocado.

Al finalizar la gala, nos invitaron a cenar, todos aceptamos y a mi me tocó sentarme junto al invitado, claro con el intérprete de por medio porque malayo no hablo.

Fui discreto al principio, el señor era muy callado y solo me dedicaba cultivadas sonrisas de aprobación, pero a la tercera copa de vino, de ambos, me preguntó por la música en Cuba y yo suelto de la lengua comencé a responderle. El vino continuó llenando nuestras copas y lo que ingenuamente inició la noche se convirtió en un muro de palabras que sorprendió al señor hasta casi abrumarlo.

Cuando me puse “sabroso”, como decimos los cubanos cuando comenzamos el etílico camino hacía la inconsciencia, se me ocurrió hacerle la pregunta más idiota que he hecho en mi vida: Señor Ministro ¿Por qué no me habla del tigre de ustedes? El intérprete tradujo, el hombre sorprendido respondió con otra interrogante: ¿Nuestro qué? Y yo continué: ¡Sí el tigre de ustedes! ¿Qué tigre? Volvió los ojos sobre mi. ¡El de Sandokán! afirmé agitado. El primer Ministro no salía de su asombro ¡Sandokán!!!!! Y ¿Quién es ese?...en un instante enmudecí. El intérprete también cubano se escondió debajo de la mesa presa de unas carcajadas inaguantables así como el resto de los comensales entre los que estaba el cónsul de España que se orinó literalmente en los pantalones. Me levanté y escapé abochornado sin despedirme de nadie cuando el Primer Ministro llamó a alguien de su comitiva para interrogarlo sobre el famoso Sandokán y el tigre malayo que por supuesto no existen.

Desde ese día ni voy a recepciones diplomáticas ni releo a Emilio Salgari con sus delirantes aventuras!


AMAURY PÉREZ VIDAL / LA HABANA / MAYO DE 2013


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