miércoles, 22 de abril de 2020

“Hola, Amaury, soy tu amigo”

Por Amaury Pérez Vidal

Voy a contarles la historia de un chat singular, por no decir insólito, que tuve el otro día con un supuesto “amigo de los años”, como decimos los cubanos. En realidad era un muchacho que trabajó en la tramoya de algún teatro de La Habana donde ofrecí un concierto en los noventa, y que, aunque “compartimos” escenario por tres días, no podría considerarlo un “amigo de los años” como él se autodenominó.

El chat comenzó con un «Hola, Amaury, soy tu amigo fulano», a lo que yo respondí con otro saludo cordial. Después de eso comenzó a redactarme un cuestionario que por lo loco que resultó quisiera narrarles.

La primera pregunta fue la habitual, honesta y nada extraña para cualquiera que no sea un “amigo de los años”:


“¿Sigues viviendo en Cuba?”

Yo contesté: “No, ahora vivo en Nepal”.

El diálogo cibernético continuó así.

“¿Entonces ya no eres cristiano?”


“No, qué va, ahora sigo al Dalai Lama con el actor Richard Gere como parte de su corte”.


“¿Sigues casado con la misma esposa de antes?”.


“¡Para nada!” —fue mi respuesta—, ahora convivo con una tahitiana de ojos azules criadora de reptiles del Himalaya, que tiene apenas quince años”.


“¿Y sigues viendo a tus hijos?, porque recuerdo que los adorabas”.


“No, ya no los veo nunca. Los cambié por unas mascotas, dos elefantes desterrados de un circo errante francés, que quebró cuando la carpa donde se presentaban fue fulminada por un “rayo de nieve” en una cálida función de medianoche”.


“¿Y tus hermanos? Sabía que algunos trabajaban contigo”.


“Ellos ahora forman parte del equipo artístico de Rita Pavone, una joven bailarina exótica sudanesa”.


“¿Tus padres siguen vivos?”.


Y ahí, en el único momento de lucidez, le respondí que sí, que vivían en lo profundo de mi corazón.


Entonces “mi amigo de toda la vida» me puso en el chat una carita amarilla de esas de gozo y se esfumó como mismo apareció.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario